«El silencio es lo más importante
para orar. Las almas de oración son almas de profundo silencio. Y lo necesitamos
para poder ponernos verdaderamente en presencia de Dios y escuchar lo que
nos quiere decir».
«Este silencio debe ser tanto
exterior como interior, dejando de lado nuestras preocupaciones. Debemos acostumbrarnos
al silencio del corazón, de los ojos y de la lengua».
«El silencio de la lengua
nos ayuda a hablarle a Dios. El de los ojos, a ver a Dios. Y el silencio del
corazón, como el de la Virgen, a conservar todo en nuestro corazón».
«Dios es amigo del silencio,
que nos da una visión nueva de las cosas. No es esencial lo que nosotros decimos,
sino lo que Dios nos dice y dice a través de nosotros».
«El fruto del silencio es la
oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El
fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz».
Madre Teresa, intercede por nosotros y ayudanos HACER SILENCIO EXTERIOR E INTERIOR.