"Cuando veas una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin valor... y
sin Crucifijo, no olvides que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día, la
escondida, sin brillo y sin consuelo..., que está esperando el Crucifijo
que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú. Antes de empezar a
trabajar, pon sobre tu mesa o junto a los útiles de tu labor, un
crucifijo. De cuando en cuando, échale una mirada... Cuando llegue la
fatiga, los ojos se te irán hacia Jesús, y hallarás nueva fuerza para
proseguir en tu empeño." San Josemaría Escrivá