sábado, 13 de septiembre de 2014

Tarde te ame Dios mio!

“Tarde te amé, Dios mío, hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé.
 
Tú estabas dentro de mí y yo afuera y así por fuera te buscaba y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste.
 
Tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo.
 
Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré y ahora te anhelo; gusté de Ti y ahora siento hambre y sed de Ti.
 
¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí!
 
Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico y yo estoy enfermo;
 
Tú eres misericordioso y yo soy miserable.
 
Toda mi esperanza estriba en tu muy grande misericordia.
 
Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”.

SAN AGUSTIN